Los beneficios de los jardines para las mascotas

Una de las ventajas de tener un jardín o un terreno más o menos amplio, es que te permite la posibilidad de tener animales en casa sabiendo que van a poder disfrutar de un par de carreras al aire libre aunque entresemana no puedas llevarlos a ningún campo o parque canino. Yo tengo dos perros, uno más pequeño de raza “chuchillo” y uno de tamaño mediano, mezcla de Braco Húngaro con Braco Español. Ambos preciosos, a los que adoro.

A mi madre no le hace mucha gracia verlos correr por encima de sus rosales pero no puedo evitar que alguna vez se me escapen y acaben ahí, aunque intento que eso no ocurra, principalmente porque luego acaban llenos de pinchas y parece que hayan venido de la guerra en lugar de visitar a sus abuelos (como llamo yo a mis padres). En mi casa el jardín está adaptado a mis pequeños amigos peludos y esas cosas no ocurren porque lo tengo todo con césped, y las pocas plantas decorativas que hay están en los laterales, a modo de valla, y más que nada son arbustos y helechos.

Los fines de semana intento llevarlos al parque canino para que jueguen y se relacionen con otros perros. Se pegan unas cuantas carreras, juegan, olisquean y llegan a casa tan reventados que ya no se levantan prácticamente de la cama en lo que queda de día. Pero de lunes a viernes es mucho más complicado, entre el trabajo y mis quehaceres quedan pocas horas para el disfrute, así que los saco a pasear por aquí cerca y los dejo juguetear en el jardín, a sus anchas. Es un lujo que ni todos los humanos ni todos los perritos pueden permitirse.

La época más triste del año

Ahora, en verano, llega por desgracia la época de los abandonos, algo que yo no concibo. No puedo entender cómo puedes tener en casa a un ser tan adorable como lo son ellos y luego, porque llegan tus vacaciones, tener la sangre tan helada como para abandonarlos a su suerte. No lo puedo entender.

Yo suelo llevarlos conmigo o dejárselos a mi madre esos días en los que decido ir a visitar alguna ciudad o país extranjero, pero si alguna vez no he podido optar por alguna de esas dos soluciones pues, o no me he ido, o los he dejado en alguna guardería-residencia canina de confianza.

Cerca de casa tengo varias pero la que más confianza me da, porque la conozco desde hace años y además fue una de las primeras en esta zona, es esta residencia canina de Valdemoro: Carpe Diem. Me encanta porque está en medio de la naturaleza y mis perros se sienten como en casa. Además, los empleados tratan a los perros como si estuvieran en un hotel y fueran sus huéspedes, con todo lujo de cuidado, y como están todos en constante comunicación se evitan problemas que ya se han dado en otras residencias, como darle dos veces la medicación a un perro o no dársela, o bañarlo dos veces en un mismo día e incluso olvidarse de cambiar y asear ciertas casetas pensando que ya lo había hecho otra persona.

Y es que esto de la falta de organización en algunas residencias caninas está a la orden del día. De hecho, he visto barbaridades como dejar abierta una puerta  pensando que todos los animales están ya en sus jaulas y evitar, en el último minuto, que alguno saliera huyendo del recinto. Todo, por no tener una buena comunicación, algo que no comprendo. Una vez me pusieron como excusa que allí, en la montaña, la cobertura no era muy buena y no podían comunicarse bien con el móvil,  lo cual me pareció una excusa absurda porque existen los walkie talkies y los sistemas de organización analógica. De hecho, sé de dos centros caninos ubicados también en zonas de montaña les recomendaron comprar este walkie talkie y ahora todo el complejo se mueve con esos aparatos a las mil maravillas. Pero claro, para hacer algo así hay que querer adaptarse, y hay algunos que prefieren seguir con su sistema habitual, aunque sepan de sobra que tiene sus carencias. Pero precisamente por eso yo no llevaré jamás a mis animales a un centro canino así.

Mientras pueda, mis animales estarán conmigo y si no puedo dejárselos a mi madre en alguna ocasión en la que yo tenga que viajar, optaré siempre por una buena residencia canina, pero jamás por el abandono. Jamás.

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